(Cumplo con difundir este excelente proyecto colectivo, que me parece del mayor interes. Adhiero a las ambiciones transformadoras de las relaciones sociales, como dicen ellos, y espero que no pasen desapercibidos, que es la única amenaza por ahora.)
Filosofía, historia y comunidad
La Filosofía en la Historia y la Historia en la Filosofía: actualización de una problemática político-filosófica en ciertos autores del siglo XIX
Segundo cuatrimestre de 2007 Martes de 19:00 a 23:00 hs.
unlargosiglodiecinueve@yahoo.com.ar
Sobre el sentido de lo que hacemos
Todos los que cursamos más de una materia en Puán sabemos lo traumático que esto puede resultar. Prácticos y teóricos llenos de gente en los que el único que habla es el docente, conceptos que vuelan para todos lados sin que uno pueda entender siquiera algo para preguntar, caras serias que aparentan tener todo muy claro, comentarios eruditos y estériles ante los cuales sólo queda poner cara de póker y asentir. Como si ya con esto no bastase para salir corriendo, también nos enfrentamos a no elegir absolutamente nada de las condiciones de cursada. No elegimos qué cursar, ni cómo. Las materias vienen prefiguradas, cada una con un programa específico, una manera de evaluar, una interpretación de los textos. Las cosas nos vienen dadas sin que nosotros podamos hacer nada al respecto. No elegimos la manera de rendir parciales ni finales, sólo debemos estar ahí, poner el cuerpo y darlos. Todo esto hace que muchas veces sintamos a la Facultad, a la Carrera como algo ajeno, algo de lo cual no somos parte. Simplemente venimos, cursamos y nos vamos. Como si la Facultad fuera un recipiente al que nosotros llenamos con nuestra presencia y vaciamos en el momento en que nos vamos sin dejar la menor huella.
Este sabor amargo que nos imprime nuestra cotidiana condición de estudiantes nos lleva a preguntarnos acerca del modo en que solemos habitar la Universidad, centrándonos en aquellos aspectos que nos resultan más palpables aunque no menos disimulados. Siendo así, nosotros y nosotras no sólo nos resistimos a aceptar así nomás el modo hegemónico de habitarla, sino que activamos procesos de alteración y militancia. Trabajamos con la convicción de que ningún sujeto de aprendizaje está estrictamente vacío. Esto significa que, cuando vamos a estudiar, lo hacemos cargados de toda nuestra formación previa, tanto la que adquirimos en la academia como en el resto de nuestra experiencia vital. En todo proceso de aprendizaje hay una apropiación de lo estudiado, esto es, un proceso complejo en el que se componen los textos que se leen con los saberes previos de los que intervienen allí. Leer o aprender se parece más a una ardua lucha entre la experiencia adquirida y los saberes nuevos, que al vertido de contenidos en un recipiente vacío. La operación fundamental de la pedagogía académica radica en la negación de este proceso activo; y ésta es, creemos, la principal causa de la angustia, puesto que quien aprende queda viendo como ajeno su propio proceso de formación. Lo que queremos decir es que siempre hay un componente activo en quienes se forman, sólo que la organización jerárquica de la academia lo que hace es negar este componente de actividad atribuyéndoselo privativamente a quien cumple el rol docente. Activar procesos de alteración de dicha normalidad académica implica, entonces, generar dinámicas de producción de conocimiento basadas en la horizontalidad en la toma de decisiones, en todas las instancias del proceso de formación e investigación, desde la selección de los contenidos, hasta las formas de cursada y evaluación. Este principio de trabajo horizontal permite la elaboración activa de lo aprendido, como un emergente visible durante el proceso mismo de aprendizaje y no únicamente como un resultado."
El programa que presentamos por medio de este boletín es el resultado de dos años de intenso trabajo durante los cuales ejercimos y promovimos, como estudiantes, un rol activo en la toma de decisiones tanto en torno al contenido a ser estudiado como en cuanto al modo de llevar a cabo dicho estudio.
¿Por qué un seminario en lugar de una materia?
Con la convicción de que podemos darnos nuestras propias condiciones de cursada, de que no hace falta padecer lo que otros imponen, sino que se puede afirmar algo distinto, decidimos armar un programa para una materia. La idea era poder ir armándolo colectivamente, entre todos. No nos quedamos en la lógica infantil del reclamo, que espera que la iniciativa del cambio venga siempre de las instituciones. Tomamos algunos autores que nos parecían fundamentales y que eran poco vistos en la Carrera, empezamos a ver qué problemáticas surgían a partir de la lectura de los textos que nos interesaban y, con mucha paciencia, comenzamos a armar un punteo del programa. En este sentido vale la pena mencionar que el armado del seminario se llevó a cabo de manera colectiva entre estudiantes de la Carrera. Sin tener saldadas muchas de las lecturas, nos animamos a proponer unos ejes para ir abordándolas.
A lo largo de estos dos años hicimos recurrentes convocatorias tanto a estudiantes como a docentes para ampliar el espacio. Desde un primer momento supimos que la carrera de Filosofía de esta facultad es un territorio inhóspito para este tipo de intervenciones y que era mucho más viable proponer un seminario que una materia. Por este motivo escribimos en el primer volante que publicamos para socializar esta experiencia: « Pero preferimos no hacerlo (fácil). Apostamos a la materia curricular y apostamos a la construcción colectiva.» Sin embargo, con el correr del tiempo y al ir interiorizándonos de las cuestiones burocráticas y formales nos dimos cuenta de que el proyecto excedía nuestras fuerzas de modo abrumador. Por eso lo que empezó siendo un proyecto de construcción colectiva de una materia de Filosofía del siglo XIX finalmente terminó siendo la construcción de un seminario. Pasamos a detallar las principales razones del viraje de una modalidad a otra.
Difusión rápida y masiva de la experiencia.
Si bien repartimos mil volantes y quinientos boletines en la Carrera de Filosofía, si bien convocamos a toda la planta docente (tanto del claustro de Graduados como del de Profesores) del Departamento de Filosofía para contarles de qué se trataba nuestra experiencia, si bien nos reunimos de manera pública y abierta unas cuarenta veces a lo largo de casi dos años en aulas de Puán 480, anunciando cada fecha y horario en la cartelera del segundo piso (que está entre las aulas 231 y 232), entendemos que sólo la institución posee los medios que nos permitirán dar a conocer rápida y masivamente esta instancia de producción de conocimiento colectiva y horizontal. No se trata de pasar factura sino de asumir que este modo de hacer las cosas se encuentra actualizado sólo de modo embrionario y a la espera de ser desarrollado y profundizado.
Escollos institucionales para integrar una materia a la currícula
En este viaje colectivo nos fuimos dando cuenta de lo inviable que resultaba, a corto plazo, insertar una materia –de lo que fuere– en la currícula de la Carrera de Filosofía. Esta convicción estaba madurando en nosotras/os cuando, en octubre del año pasado, la escandalosa reacción de la institución ante la experiencia de la pre-materia de Epistemología para la Carrera de Antropología nos terminó de convencer. [1]
Viabilidad institucional.
La Academia prevé la posibilidad de irreverencias temáticas, por eso la aprobación de seminarios tiene una flexibilidad de la que carece la aprobación de materias. El seminario tiene, además, una dinámica, establecida por estatuto, mucho más libre de los formalismos que padece la estructura de una materia (división en teóricos y prácticos, exámenes parciales y finales o su correspondiente régimen de promoción directa, estructura de cátedra, etc.).
El consecuente desgaste del colectivo de trabajo.
Resulta arduo sostener espacios autónomos en el tiempo, no sólo universitarios: cualquier construcción autónoma depende, fundamentalmente, de los cuerpos que la sostienen. Dos años de labor ininterrumpida nos exigían sacar a la luz institucional nuestro proyecto, en parte para incorporar nuevos compañeros a la experiencia, en parte para afrontar el desafío de trasladar nuestro trabajo a las formas y los tiempos de la acreditación estatal, en parte para evitar caer en la perpetua elaboración y reelaboración del programa. No podíamos cumplir con las formalidades necesarias, en parte por las trabas institucionales respecto a la aprobación de materias optativas para la Carrera de Filosofía, en parte porque profesores y graduados de nuestra carrera, aunque convocados, estuvieron ausentes. Sin embargo, nuestras limitaciones no nos desalientan, ya que creemos que esta apuesta política va a permitir abrir un espacio propicio para que futuras experiencias afines puedan tener lugar. El hecho de que este tipo de prácticas puedan seguir funcionando y profundizándose depende de nosotras y nosotros. Un nosotras y nosotros mucho más amplio que el del colectivo de trabajo que hoy presenta este seminario.
Sobre lo que no cambia con este viraje
A pesar del viraje legal, el sentido de nuestra actividad sigue siendo el mismo. Nuestro propósito es pugnar por la trasformación de la subjetividad imperante sin quedarnos en los márgenes y, simultáneamente, evidenciar nuestro posicionamiento político en el mismísimo modo de hacer el seminario. La intención, desde el armado del programa hasta la propuesta para la cursada misma, es la de transformar las relaciones vigentes en que producimos conocimiento. Entendemos que este es un modo (parcial e insuficiente, lo sabemos) de transformar las relaciones sociales. Se trata, pues, de un experimento de autoformación a mejorar y afinar. No renegamos de las diferencias en cuanto a experiencia y conocimientos que se puedan dar en el marco del seminario, sino que apuntamos a generar un espacio en el cual la diferencia de grado en cuanto a los saberes y las experiencias no instituya una diferencia de naturaleza entre los participantes del seminario. En este sentido, laparticipación de los docentes firmantes seguirá la lógica del trabajo colectivo y la horizontalidad en la toma de decisiones. Queremos estudiar de otra manera y queremos hacerlo en esta facultad. No se trata de promover circuitos alternativos de discusiones incomunicantes y externas al sistema académico sino que la verdadera apuesta en juego es la de condicionar internamente y conflictivamente las dinámicas de la reproducción social del saber que habitan nuestra facultad. Esto quiere decir, sustancialmente, por una parte poner en marcha un laboratorio de investigación autogestado, pero por otra, buscar el modo de que nuestro recorrido sea reconocido como formación acreditada.
Esta es nuestra apuesta política. No nos interesa llenar la Carrera con un contenido novedoso, actualizado, políticamente correcto o revolucionario. Y no nos interesa porque la Carrera de Filosofía no es un recipiente. Tampoco nos interesa arrebatarle la Carrera a las camarillas de turno para ponerla al servicio del pueblo o al servicio de los intereses puramente académicos de los estudiantes. Y no nos interesa porque la Carrera no es un instrumento. Finalmente, no nos interesa construir una materia «por fuera» de la academia, «hacer rancho aparte» con nuestros intereses filosóficos. Y no nos interesa porque la academia no es un lugar . Ni recipiente, ni instrumento, ni lugar, la academia –y la Carrera de Filosofía como su manifestación cabal– es un determinado modo de construir relaciones sociales. Y las relaciones sociales ni se rellenan (como si fuesen un envase), ni se toman por asalto (como si fuesen una «herramienta de cambio»), ni se ocupan (como sifuesen un espacio físico). Las relaciones sociales se ejercen y se transforman.El programa que presentamos a continuación fue aprobado en los departamentos de Filosofía, Antropología, Letras e Historia.
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